El obrero en construcción
Él levantaba las casas
Donde antes no había nada
Como un pájaro sin alas
Él subía con las casas
Que brotaban de sus manos.
Mas todo desconocía
De su ímproba misión:
No sabía, por ejemplo
Que una casa es como un templo
Un templo sin religión.
Como tampoco sabía
Que la casa que él hacía
Construía su libertad
En su misma explotación.
En verdad, ¿cómo podía
Un obrero en construcción
Comprender por qué un ladrillo
Era más caro que un pan?
Ladrillos él apilaba
Con pala, escuadra y cemento
En cuanto al pan, lo comía...
¡Mas quién va a comer ladrillos!...
Y así el obrero iba
Con sudor y con cemento
Alzando una casa aquí
Allí un departamento
Allá una iglesia, al frente
Un cuartel y una prisión:
Prisión que lo apresaría
Si no fuese eventualmente
Un obrero en construcción.
Pero él desconocía
Este hecho verdadero:
Que el obrero hace la cosa
Y la cosa hace al obrero.
Así fue que cierto día
En la mesa, al ver el pan
Al obrero lo sacude
Una súbita emoción
Al constatar asombrado
Que todo en aquella mesa
- plato, vaso y botellón-
era él quien los hacía,
él, un humilde operario,
un obrero en construcción.
Miró en torno: quinqué,
Banco, catre, calderón,
Vidrio, ventana, pared,
Casa, ciudad y nación:
Todo, todo lo que había
Era él quien lo construía,
Él, un humilde operario,
Un obrero que sabía
Ejercer su profesión.
Ah, hombres de pensamiento
Vosotros nunca sabréis
Cuanto aquel humilde obrero
Llegó a saber esa vez!
En esa casa vacía
Que con sus manos alzara
Un mundo nuevo nacía
Que él jamás imaginara.
El obrero emocionado
Sus propias manos miró
Sus duras manos de obrero
De un obrero en construcción
Y observando sus huellas
Tuvo la revelación
De que en el mundo no había
Cosa que fuera tan bella.
Gracias a la comprensión
De ese instante solitario
Igual a su construcción
Así creció el operario.
Creció en alto y en profundo
En amplitud y corazón
Y cual todo lo que crece
Él en vano no creció:
A más de lo que sabía
- ejercer la profesión-
el operario adquirió
una nueva dimensión:
Descubrió la poesía.
Y un hecho nuevo se vio
Que a todos maravillaba:
Lo que el obrero decía,
Otro obrero lo escuchaba.
Así fue que el operario
De la obra en construcción
Que siempre decía “Sí”
Comenzó a decir “No”.
Y vio cosas a las que antes
No le prestaba atención:
Constató que su vianda
Es el plato del patrón
Que su botella de tinto
Es el whisky del patrón
Que su viejo mameluco
Es el ambo del patrón
Que su casuchín de tablas
Es la mansión del patrón
Que sus dos pies andariegos
Son los autos del patrón
Que la labor de sus días
Es la noche del patrón
Que su inmensa fatiga
Es amiga del patrón.
Y el obrero dijo: “¡No!”
Y el obrero se hizo fuerte
En su determinación.
Como era de esperar
Bocas de la delación
Murmuraron sus insidias
En oídos del patrón.
Pero el patrón no quería
Ninguna preocupación.
-“Hagan” que piense al contrario_
dijo él, del operario
y al decirlo, sonreía.
Al otro día el obrero
Salió de la construcción
Y fue enseguida rodeado
Por los de la delación
Y sufrió, predestinado
Una primera agresión.
Y fue su cara escupida
Y fue su brazo quebrado
Mas cuando fue preguntado
El obrero dijo: “¡No!”.
En vano sufrió el obrero
Esta primera agresión
Muchas otras le siguieron
Muchas otras seguirán.
Pero, por imprescindible
En la obra en construcción
Su trabajo proseguía
Y todo su sufrimiento
Mixturábase al cemento
De la obra que crecía.
Sintiendo que la violencia
No doblaría al obrero
Un día intento el patrón
Doblarlo de otra manera.
Así lo fue conduciendo
Muy alto en la construcción
Y en un momento de tiempo
Le señaló la región
Y mostrándola al obrero
Hizo esta declaración:
- Te daré todo el poder
Y su gran satisfacción
Porque a mí es entregado
Y a quien yo quiero lo doy.
Te daré tiempo de holgar
Y hasta tiempo de mujer.
Todo, todo cuanto ves
Será tuyo si me adoras
Y más aún si abandonas
Lo que te hace decir “No”.
Calló y miró al obrero
Que contemplando, pensaba
Pero lo que uno veía
El otro ni vislumbraba.
El obrero veía casa
Y adentro, en las estructuras
Veía cosas, objetos,
Productos, manufacturas.
Veía todo lo que hacía
El lucro de su patrón
Y en todo lo que veía
Misteriosamente había
Una marca de su mano
Y el obrero dijo: “¡No!”
-¡Locura! – gritó el patrón.
Yo te lo doy todo a ti.
-No puedes- dijo el obrero-
Darme lo que es mío a mí.
Y un gran silencio se hizo
Dentro de su corazón.
Un silencio de martirio,
Un silencio de prisión.
Un silencio acompasado
De pedidos de perdón
Un silencio angustiado
Como el miedo en soledad
Un silencio de torturas
Y gritos de maldición
Un silencio de fracturas
Causadas sin compasión.
Y el obrero oyó la voz
De los que son sus hermanos
Sus hermanos que murieron
Por otros que vivirán.
Una esperanza sincera
Creció en su corazón
Y en la noche que caía
Se agigantó la razón
De un hombre pobre, agredido.
La razón que convirtiera
En obrero construido
Al obrero en construcción.
Vinicius de Moraes
De “Antología Poética”
Ediciones de la Flor
Traducción de María Rosa Oliver
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