Esto está prohibido
¿Conocéis los antiguos monumentos?
La razón del futuro de los siglos,
Su vibrante palanca,
La legítima sangre de los bronces,
Se esconden tras su piel adormecida.
Atrás, agazapados,
Arañando musgosos paredones,
Se dan cita sombríos funcionarios.
Están allí, con hálito de incienso,
Levitas con polilla y pergaminos,
Correajes de lustre prepotente,
Turbios ríos de insulto
Y una pesada llave lista.
Ellos son los guardianes.
Ellos hielan el bronce y encadenan
La voz de las estatuas verdaderas.
Gustan a veces de discursos.
Cantan
-siempre con voz de antigua podredumbre-
los encendidos himnos de la Patria.
Pero cuando la Historia se despierta,
Cuando Mayo es verdad y brazos jóvenes
Retoman su bandera,
Ellos prefieren orinar su miedo
Sobre la piel helada de los bronces.
Entonces se encaraman, carraspean
Y dicen gravemente:
“Está prohibido. Todo está prohibido.
Mayo está censurado en este tiempo.
Los huesos de Moreno se pudrieron.
Nosotros escupimos sus cenizas.
La Patria está prohibida, ciudadanos.
La Libertad lo exige,
La amenazada Democracia clama
Por nuestro duro auxilio uniformado.
Y nosotros prohibimos, censuramos,
Moriremos prohibiendo y censurando”.
La juventud escucha.
Los obreros escuchan.
Desde los campos mismos
Ardientes, lejanísimos y nuestros,
Un multánime oído los escucha.
Y la vergüenza corre como sangre
Por la querida y humillada tierra.
Pero no importa. El pueblo escucha, escucha.
Aprieta su vergüenza como un puño
Y si calla, no duerme,
No silencia sus venas ardorosas.
Yo sé, tú sabes, cada obrero sabe
Que amasa su respuesta.
Una respuesta máscula y rotunda
Que hará vibrar el alma de los bronces.
Horacio Raúl Klappenbach
No hay comentarios.:
Publicar un comentario